jueves, 14 de marzo de 2024

DON CESAR NICOLAS....César Nicolás agregó una foto nueva al álbum MaDRiZ. Favoritos · 2 h · PaLaCiO dE CriSTaL (fAnTaSíA) 8: ePifAníA; aLgO sE CUeCE eN EL CiELO, qUE nOS mUeSTrA uN LibRO qUe nOs pOnEMoS mARaViLLAdOS a LeeR. Se aNuNCiAn oBrAS. Estallan cohetes e irrumpen las díndilas, los flameados, las candélicas: brotan mil y un chisporroteos luminosos. En el horno o el alma de las estrellas (chorros de fusión) si no en lo más profundo, sopla un fuelle que ha avivado las brasas. Se despabilan los rescoldos: palpitan ascuas y, tras retumbar otro barreno, se oye en aquella galaxia el tronar de los picapedreros, con el rítmico martilleo de sus macetas. Cuando se pica la piedra y las chispas que salen de las cuñas se mezclan con el olor a pólvora de los barrenos, brota un perfume que desde niños nos ha embriagado y pone en trance, listos para recibir mensajes del cielo. Es un olor que sale de las entrañas del granito, ahora calientes y desgarradas. Algunos astros lo han percibido y se han puesto a cantar, ebrios, dinámicos, llenos de vitalidad, girando sobre la noche del Retiro, ensayando bailes, disfraces (vemos salir a los obreros, de negro y azul marino, sean ángeles, peones, extraterrestres) izando una carpa, atentos al Palacio, que poco a poco va ordenándolo todo a su alrededor. ¿Se ha contratado allá arriba una obra? ¿Vemos asomarse al constructor? Escintilaciones. Nuevos cabrilleos. Sea como fuere, esos cielos están listos para comenzar. “¿Quién oyó? ¿Quién oyó? ¿Quién ha visto lo que yo?” ()•()•() ¿Asistimos a una epifanía en estos claros del bosque del Retiro? ¿Se manifiesta acaso y allá desde el cielo una revelación? No, qué va, en absoluto: esto es solo una fantasía y si el lector lo prefiere un nocturno. Algo de por sí intrascendente, lúdico y disparatado: puede que el culpable de todo haya sido Batman. Tomemonosló con humor. Viendo esos inicios de obras y nuestra ligereza, falta de compromiso, una tan gran pereza y hastío, no quisiéramos entrar en consideraciones por ahora sobre ese llamado Constructor o Arquitecto que Buda entiende que nos engaña y nos ha hechizado con el mundo (el cual sería solo un artificio, una ficción, aunque espectacular y viva, lo mismo que un sueño, sea cual fuere lo que vivamos, tanto si ese sueño es feliz como si resulta doloroso) o ese Demiurgo tan torpe e insatisfactorio visto por Platón, que obraría algo semejante, haciendo un mundo tan imperfecto. Por lo que sabemos, estamos ante algo casual. Corte mayúsculo de la luz, golpe de mano y de dados hasta puede ser que hecho insidiosamente por unos calaveras para interrumpir la fiesta en la que estamos y reventar el espectáculo (ya de por sí aleatorio) creando otro nuevo, que resulta soberbio, descomunal, pues nos contemplan ahora y contemplamos a su vez a las estrellas, que parpadean y clavan sus ojos en nosotros, atentas a cuanto aquí acaece (y a nuestros amores, que por furtivos que sean ellas siempre consiguen ver). Así pues, cabe decir que, si el resultado es bueno, nada mejor que las malas intenciones. No intentemos salvar al mundo. )( El Gran Apagón ha oscurecido por completo la capital. Es a todas luces una gamberrada, broma infinita __igual que este Universo tan desmesurado, tan sobrehumano: tras el asombro, damos una carcajada descomunal, cuando nos enteramos de sus formas, leyes y medidas, de su expansión interminable. ¿No es esto una obra monstruosa, como las que a algunos nos gusta leer, hacer y contemplar? ¡Qué locura! ¡Quė de mundos físicos (los que vemos y los que no vemos) inabarcables y aparentemente inútiles, incluso ininteligibles, como nuestros mismos intereses y actividades, tan ubérrimos, variados y expansivos que ni los podemos abarcar ni desempeñar como se debe... Subir y bajar por la escalera de caracol de las fractales… Ingresar en los universos descubiertos a su vez por la cuántica, en los mundos atómicos… Dar en la maravilla y el milagro __y todo dentro de una evolución que en realidad nos define y que solo en sí misma ya nos resulta fascinante y es para estudiarla… En la Naturaleza encontramos la excepción, el capricho y la desmesura; la destrucción violenta y el salto mortal, como si lo hecho hasta un determinado punto y tras desplegar toda clase de medios no valiera lo más mínimo y fuera solo un paso, pretexto para llegar a otra cosa… Más allá de lo genético o meramente reproductivo (que es esencial) o de la interacción constante entre el azar y la necesidad, en la Naturaleza entrevemos una poética viva y salvaje, algo finísimo y al tiempo “brut” que nos fascina, para empezar como espectadores, así que toma y lee, imagina y entretente un rato, túmbate aquí y contempla las estrellas. )( E imaginamos el Palacio de Cristal ahora del cosmos. Quiere ser como este de Cristal y lo contiene (hecho a su imagen y semejanza). Palacio que a su vez queda contenido y traspasado por el del Retiro y el del Libro (ya hablaremos de los dos palacios, oh y puede que hasta de los tres, como en el misterio de la Trinidad, y más si damos en el metafísico, tan esencial, porque une y refunde a los otros: la idea de un Palacio que sea al tiempo metafísico con la esencia y la forma del de Cristal es muy buena y se nos acaba de ocurrir). Vértigos, refracciones: Palacio de Cristal expandido y multiplicado en esas estrellas, como hemos visto ya en las muñecas chinas o caucasianas (intuimos el porqué de esa obra incipiente que allá arriba se anuncia, ya que todo se funde pero se expande, se configura y reconfigura, dobla y desdobla…). Retórica de la seducción y de la obra como proceso (porque estamos ciertamente ante la obra en marcha, corregida, destruida, recomenzada a cada paso) hecha con todo lujo de materiales y detalles: salas, parterres, habitaciones, bosques, jardines y vidrieras que a decir verdad parecen soñados o guardan cierto efugio del ensueño… ¡Qué sinfonía de luces, qué de variaciones y de espejos, corredores, fuentes, claustros, galerías y laberintos que vemos aquí!... Sea obra del Azar o de un Creador, de un Uno o un Otro, de Nadie o de Ambos, de Muchos o de Ninguno (una brillante sociedad anónima) ¿por qué y para qué hacer tan grande este Palacio de Cristal y con él el mundo? ¿No nos pasará lo que a Coleridge en su “Kublai Khan” y todo quedará cortado, interrumpido? ¿Llegará otro creador (agazapado tras las minúsculas) y los fulminará a todos esos palacios sucesivos de golpe y con una sola palabra, libro, rayo, poema, obra que los sustituirá y perforará por completo? (Practiquemos el descarte, y con él la tachadura. No la débil y de mentira, sino la de verdad: la que elimina no una línea, sino obras, palacios y mundos enteros, que es la buena, y no dejarlo en solo un falso o simulado gesto de tachar). Horror, ¿y qué hacer si la obra decae? No cabe sino abandonarla y dejarla interrumpida. Borrarla, y hacerlo hasta como por accidente, sin querer. Pegarla un pepinazo en la almendra, deshacerla (Así hace la Naturaleza, tan brutal y triunfal, virulenta y certera, colmada como está de recursos). Ponerla un revólver en la sien y que se dispare ella sola si quiere… ()•()•() “__What do you read, my lord? __“Words, words, words…” Y contemplamos asombrados el cielo nocturno, que centellea lleno de actividad. Vedlo abrirse sobre el Retiro como un libro descomunal, abstracto, que nos muestra sus páginas, sus aristas numeradas y sus relieves, sus agitaciones, sus silencios. Que a la par que se nos manifiesta y cuenta su historia, tachonado de signos, frases y constelaciones, va y nos expresa sus anhelos, sus sueños. Tiene emociones y guarda un propósito.… ()•()•() “ ¡Hay que construir el Palacio de Cristal!” “¡Hay que construir el Palacio de Cristal!” La voz corre como la pólvora y se enciende de estrella en estrella… Truenan los barrenos, repican los planetas, se perforan las minas… Se hacen llamadas urgentes y los correos avanzan tocando sus campanillas; resuenan los timbres, zumban los telégrafos, llegan los despachos! Es un deseo fulgurante del cielo, una orden. Y vemos que el firmamento se ha puesto a ello, aunque sea de modo incipiente __invitándonos, dándonos el aviso y como quien lanza una sugerencia, pero queriéndonos involucrar: renuncias tuyas aparte, suicidios o deserciones, algo le desazona y llena de inquietud. ¿Triunfa frente al Ser entre ciertos desaprensivos la Nada? ¿Que esta fábrica y relojería cósmica, que lo conseguido con tanto esfuerzo, que las energías del Universo, que la materia, el mundo de las formas, la obra del vidriero, del alfarero, no son sino un engaño?... )( Todo aflora de modo espontáneo, impulsado por el azar. Hay una conjunción de astros favorables, suma de trígonos y cuadrantes. En Monoceros, el Auriga y el Cisne se hacen ya augurios y sortilegios )( Refulgen simas y vaguadas abruptas, desfiladeros, cumbres de nieves perpetuas y vertiginosas. Amanece sobre los Himalayas y por el techo del planeta desfila una procesión de lamas, monjes tibetanos pertenecientes a un cercano monasterio que cuelga suspendido sobre el vacío: vedlos avanzar despacio a través de una serie de sendas que cruzan torrenteras y cascadas, cristales que se despeñan desde lo alto con estruendo, dando un sonido tan ronco como las tubas y caracolas que soplan con sus labios: a veces pasan por puentes colgantes tan angostos que los tienen que atravesar de uno en uno, y lo hacen sin dejar de tocar… Abren la comitiva los más ancianos, rostros de pasas arrugadas. Bajo los sombreros amarillos (algunos lucen grandes penachos) arrastran de forma ritual y solemne el resplandor de sus túnicas púrpuras y fucsias por entre las piedras __y lo hacen como si el karma y los sufrimientos se las fueran a desgarrar y ellos de algún modo lo expresaran así. Han compuesto la pasada noche en su lamasería un mandala reflexivo, creativo, propiciador (un mandala hecho con arena, lapislázuli y polvo de piedras preciosas) en cuyo centro aparece nítido y preciso el Palacio de Cristal, réplica de este de Ricardo Velázquez y Alberto del Palacio que tenemos en frente y que ahora permanece a oscuras. Los monjes proponen una meditación. El Palacio de Cristal es la casa natural y confesa del vacío y el vacío empapa al Universo al tiempo que lo llena, así que todo se teje y se desteje con él y sobre él. Forma parte del hilo (del sutra o camino) y los átomos e iones de la materia, que por cierto está vacía, mucho más que una cáscara física y hueca de nuez, como las que nos encontramos al cascarlas (esto lo ve también Demócrito y se echa a reír: qué de pompas tenemos delante de las narices, aunque no las veamos y registremos en cambio otras cosas que resultan tridimensionales, llenas de relieve, como si nos hubieran puesto gafas a propósito). El vacío entra en las formas, ocupa las sustancias, colma los entes y los entres, las pausas y los intersticios. Lo llena todo a fondo tanto por fuera como por dentro de la materia __por delante y por detrás__ aunque no se le perciba salvo por símiles y pase por un infundio, quimera, una irrelevante cuestión óntica o metafísica según los científicos. Así que cabe aventurar que toda obra (por mínima o grande que sea) está en realidad vacía y es una ficción o algo en verdad ilusorio: el producto de un sueño __lo que no es desde luego fácil de comprender, porque va contra el sentido común y la experiencia directa de nuestros sentidos. Y también cabe colaborar con la vida y hacerlo desde la propia negación: asoma ya la vía del medio. Resuena la buena nueva en los espacios y los ilumina de silencios, en los que el Arquitecto siempre se inspira. ¡Que venga el duendecillo! __se oye decir. . . . . [César Nicolás, de “Palacio de Cristal (Fantasía)”, pieza inédita de la que estas páginas constituyen la novena entrega, composición a modo de fantasía de la que continuaré dando cachos rotos y disparates. En la imagen, El Palacio de Cristal celeste al carboncillo, 1, foto-collage de César Nicolás obtenido mediante el juego y descomposición de una foto propia del palacio con una foto estelar de autor desconocido y pasada por mí al byn. ] [Del álbum MADRiZ (CapRiChOS y ApUNTaCiOnES) / 41]