Estoy pensando en un cuento que os voy a contar ....había una vez un gitano en un mercadillo que tenia un puesto y según el vendía tontunas, chatarrilla. trozos de cerámica y miles de trozos de bronces pequeños y un sin fin de objetos pequeños que el mismo no sabia que eran y ademas sucios y sin formas ni belleza alguna . trozos de seudo medallas como monedas que no se veían sus relieves y entramos en conversación le compre de momento 20 pieza por 20€ , estoy hablando de más de 18 años atrás cuando yo era un experto en artefactos antiguos , el caso es que me suena haber contado este cuento , la verdad lo he contado tantas veces no me extraña , bueno sigo , el gitano se intereso en mi compra y pensó que me estaba engañando , muy típico, de gitanerio andaluz , entonces yo le propuse comprarle todo el puesto, se alucino me dijo , todo !!!!! y si le dije , por cuanto me pidió 150 € si se lo compraba todo y empezó el consabido regateo que si esta pieza se incluye que si esta no que si te doy esto lo otro lo típico al final me lleve en grandes bolsas, no os digo por cuanto pues me da vergüenza,,, más aproximadamente de 2000 piezas de chatarra inservibles a simple vista el gitano pensó que había hecho en negocio de su vida , me fui a casa y en un mes aproximadamente limpié y clasifique la multitud de objetos inservibles y disfrute haciendo tal limpieza , con mi paciencia ya se sabe ....el cuento es que el gitano que engaño fue engañado yo vendí tranquilamente todo aquello aproximadamente por 15,000 € durante un espacio de 5 años el cuento se llama !!Vacaciones pagadas!!! y colorín colorado
Mencía no sonreía”
Mencía no sonreía”, dice su madre, Isabel Lanvín. “Aunque era mi primer hijo, enseguida me di cuenta de que algo andaba mal”, reconoce. Tan solo tenía un mes de vida. Los bebés de su edad sonríen pero el gesto de su niña seguía perdido. Pronto empezó a rechazar la comida. “Era un llanto desesperado, de irritación extrema”, recuerda. Hubo que ingresarla. Tras dos meses y medio de hospitalización en el Sant Joan de Déu de Barcelona, Mencía era como “una muñequita de trapo. No respondía a ningún estímulo”. Le dieron el alta y un precipicio de dudas. “No tenemos ni idea de lo que tiene y es probable que no lleguemos a saberlo nunca”. Fueron las palabras que desesperaron a Isabel, que puntualiza: “Los niños suelen morir antes de que se sepa qué tienen”. Esta madre, fuerte como una leona, prometió a su hija: “Si tú sonríes, yo te curo”. A los 9 meses, tras un tratamiento con corticoides para paliar algunos síntomas en el Hospital Johns Hopkins de Baltimore, en Estados Unidos, Mencía la...
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